¿Construir el “nuevo Frente popular”... o un movimiento revolucionario?

Las tareas de los comunistas, las elecciones burguesas y el auge del fascismo



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Dada la derechización evidente de la sociedad, en las elecciones europeas, termómetro social (de segunda), hemos visto un aplastante ascenso del populismo nacionalista. Frente a esto y la disolución de la Asamblea Nacional (i.e. convocación de elecciones legislativas) por parte de Emmanuel Macron, los diferentes partidos de izquierda (incluyendo, por supuesto, al líder eurocomunista que es el PCF), que se habían apuñalado mútuamente durante meses, llaman al respeto de los valores republicanos (burgueses), resucitan a Léon Blum, y nos presentan un remix (ecológico y social) de su Frente Popular para “pararle los pies al fascismo”.


Sin embargo, varias cosas han de quedarnos absolutamente claras a los comunistas.

La primera, que la disyuntiva que debemos plantearnos no es la de “izquierda o derecha” (Frente popular o RN), ni “democracia (abstracta, ergo burguesa) o fascismo”, sino la que tan brillantemente enunció la líder comunista alemana fusilada por la socialdemocracia (¡que curiosamente no sintió necesidad alguna de esperar al nazismo para ejecutar comunistas!): “reforma o revolución”. Los que antes que nosotros lucharon por el socialismo en Europa y cedieron el poder a la socialdemocracia o se plegaron a ésta, no sólo liquidaron la independencia ideológica y política del proletariado para “parar al fascismo”, sino que además el árbol socialdemócrata regado con sangre comunista dio frutos pardos. La década de 1935 a 1945 es la refutación histórica del “parar los pies al fascismo (con votos, o con armas) y luego hacer la revolución”, ¡siendo destacado el ejemplo del PCF!

La segunda, es que esto se enraíza firmemente en el anterior periodo; empieza con 1914 y la firma de los créditos de guerra, con la escisión del movimiento obrero en dos alas irreconciliables entre los revolucionarios y los socialchovinistas (la socialdemocracia), escisión que ha dejado una línea infranqueable: la de apuntalar el Estado burgués en un eterno mientras tanto, o construir movimiento revolucionario desde un principio, siguiendo el ejemplo bolchevique. Frente a las declaraciones de Fabien Roussel, los comunistas debemos afirmar antes que nada que ¡nuestra responsabilidad es la revolución, y nuestro camino, construir movimiento revolucionario!, resolver los requisitos que nos exige la época tras la derrota temporal de la Revolución Proletaria Mundial (RPM).

La tercera es que esta situación se da en Francia, Estado imperialista de primer orden, fuertemente ligada a Israel y que se haya a las puertas de la escalada bélica del actual conflicto inter-imperialista (entre el atlantismo y Rusia), y no es que el gobierno se haya dedicado precisamente a pacificar los conflictos, más bien todo lo contrario: todo apunta a que la burguesía quiere hacer de Francia la punta de lanza del militarismo europeo. Confiar en que el socialpacifismo frentepopulista que se opone a las guerras en Ucrania y Palestina (como mucho) de palabra, sin cuestionar en ningún momento el papel del imperialismo francés, vaya a parar el genocidio palestino o impedir la Tercera Guerra Mundial es repetir dos veces la misma acción esperando que dé resultados distintos. En esta tesitura, debemos enarbolar el derrotismo revolucionario, oponernos a nuestro Estado como única forma consecuente de oponernos a toda guerra imperialista.

Todas las condiciones están reunidas para que la historia del siglo pasado se repita como farsa, y precisamente lo que ésta nos enseña es que la socialdemocracia, por su incapacidad para resolver las contradicciones sociales en tiempos de descomposición imperialista, que sólo parchea con reformas, alimenta y alimentará el auge de un movimiento de masas fascista, y más cuando ella misma impulsa el corporativismo, pilar esencial del fascismo.


¿Qué hacer pues? En palabras de Lenin, nuestra primera tarea es aplastar el oportunismo en las filas de la vanguardia obrera, luchar contra el socialpacifismo, el socialchovinismo y el cretinismo parlamentario (sin olvidar el economicismo vergonzante de los que aún hoy proclaman que la revolución llegará, pero que no tienen ni idea de cuándo). Esto pasa hoy irremediablemente por la necesidad de forjar un nuevo paradigma revolucionario tras la clausura del Ciclo de Octubre (1917-1989), primer Ciclo de la RPM. En otras palabras, reconstituir ideológicamente el comunismo sobre el Balance integral del Ciclo de Octubre en lucha de dos líneas contra el revisionismo (¡lucha de clases en el plano ideológico!) como única forma de devolver al marxismo su posición de teoría revolucionaria de vanguardia, de referente emancipatorio. Cumplido este requisito, podremos pasar a la reconstitución política, del Partido Comunista de nuevo tipo, fusión de la conciencia socialista con el movimiento obrero, fusión de vanguardia comunista y masas, desplegando entonces Guerra Popular, oponiéndole movimiento de masas revolucionarias militarmente organizadas a la burguesía, sea verde, morada, o parda.

Así pues, estamos ante una encrucijada histórica, pero no la que los oportunistas afirman: reconstitución ideológica y política del comunismo, o abrir paso a la socialdemocracia, antesala del fascismo. En nuestras manos queda.


¡Boycott al circo electoral!¡Abajo la OTAN y el Estado francés!
¡Por la reconstitución ideológica y política del comunismo!


Horizonte Rojo
Junio de 2024



Última modificación: 06/2024